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Fecha: 30 de Diciembre del 2020
Las empresas y las universidades deben buscar compartir sus intereses y complementarlos para nutrir una cultura de toma de riesgos e innovación, apunta Juan Alberto González Piñón.
Es ampliamente reconocido que las universidades y centros de investigación juegan un rol fundamental en el desempeño de las actividades innovadoras de las empresas. Esto se debe a que las Instituciones de Educación Superior y los Centros de Investigación son los principales productores y transmisores de conocimiento.
En términos generales, las universidades de México forman más investigadores de los que demanda el sistema productivo. Este bajo nivel de aprovechamiento de capital humano obstaculiza seriamente la capacidad de las empresas y del país para innovar.
Impulsar la innovación de las empresas mexicanas requiere de una alta capacidad de la estructura productiva para generar conocimientos, producir externalidades y competir internacionalmente; en ello la participación de investigadores y posgraduados universitarios adquiere relevancia, sobre todo si se busca ampliar la base tecnológica como el elemento de agregación de valor de la industria.
Una vía es orientar la creación de programas de posgrado conjuntos basados en la industria, enfocados en la formación de recursos humanos de alto nivel hacia las áreas científico-técnicas, que apoyen el desarrollo de nuevos productos y servicios prioritarios para la sociedad y el mercado; este tipo de alianzas, además de mejorar la competitividad de las empresas, también impulsan en número y calidad la creación de puestos de trabajo capaces de responder a los desafíos del entorno.
Se trata de buscar que las universidades y centros de investigación se involucren en la atención de los principales desafíos industriales, mediante la aplicación de la investigación de carácter científico que conduzca a la innovación y una mayor competitividad económica.
Las empresas y las universidades deben buscar compartir sus intereses y complementarlos para nutrir una cultura de toma de riesgos e innovación, esta asociación puede reducir las dificultades del sector empresarial para invertir en I+D, a través de la aplicación del conocimiento científico y tecnológico en la atención de desafíos comunes a cada sector industrial.
Algunas de las actividades específicas que pudieran desempeñar las universidades y centros de investigación en esta alianza son:
- Auditorias de propiedad intelectual, su ejecución permitirá a las empresas identificar los activos intangibles susceptibles de protección industrial, señalando riesgos, y oportunidades creando estrategias adecuadas de protección que aseguren la titularidad.
- Desarrollo de nuevas tecnologías industriales.
- Difusión tecnológica (diagnósticos científicos, información tecnológica, gestión de la innovación, fabricación de prototipos, comercialización de la cartera tecnológica).
- Apoyo tecnológico específico (como estudios de viabilidad, estudios de inteligencia competitiva o informes de estado de la técnica).
- Apoyo en la búsqueda de información sobre fuentes de financiamiento para la introducción de innovación en el proceso productivo.
- Asesoramiento y asistencia técnica (ensayos y análisis, homologaciones, informes) y
- Establecer relaciones con distintas compañías para poder hacer circular las innovaciones tecnológicas y de gestión entre las industrias.
La meta central de esta asociación debe ser el contribuir a la competitividad de las empresas, con un claro enfoque a favor del desarrollo económico y la calidad de vida de la sociedad. A través de fomentar los vínculos para el desarrollo de programas de I+D dentro de los procesos productivos y la formación de perfiles de alto nivel en áreas científicas y tecnológicas útiles para la sociedad y la industria nacional.
Esta alianza entre el sector empresarial y las universidades se encuentra en una posición única para tener un impacto significativo en el apoyo a la innovación, puede fortalecer las habilidades de las empresas para conceptualizar y crear productos y servicios innovadores.
La creación y aplicación del conocimiento científico y tecnológico al ámbito productivo, la innovación y el aprendizaje constituyen una de las bases más sólidas para el crecimiento económico los países.
Al mismo tiempo, en el actual contexto muestra que las posibilidades de cambios ya no se circunscriben a la acción del Estado, sino que requiere del acompañamiento del sector empresarial y de las universidades para repensar una nueva y más eficiente forma de interacción, que haga posible el impulso por acercar la investigación científica con las necesidades de desarrollo tecnológico de las empresas, en donde el conocimiento constituya la principal ventaja competitiva sostenible, para generar mayores beneficios en la sociedad.
Estimular la demanda de servicios tecnológicos por parte de las empresas requiere que el sector productivo tome consciencia de las limitaciones a las que se enfrenta; si no comienza a transitar por el camino de la innovación, la existencia de la mejor de las instituciones deja de tener sentido alguno en este atributo.
Desde las universidades, comprometerse a impulsar una estrategia para dinamizar el sistema de innovación de un país habla de una visión de la Universidad como espacio de emprendimiento y agente de innovación, capaz de crear valor y riqueza a través de la extensión de sus actividades hacia el desarrollo económico y social.